miércoles, 29 de junio de 2011

Sobre la Calma

Anteriormente publiqué un artículo de Manuel. Él es uno de los mejores amigos de mi hermano, un joven de 19 años que estudia medicina y le duele su país. Manuel, mejor conocido como Zapata, compartió conmigo este escrito y no dudé ni un segundo en hacerlo con ustedes. Sabias palabras de una joven que lleva la mitad de su vida bajo un mismo mandato, sabias palabras de este joven venezolano.
Espero las disfruten. Nos leemos!
Marielisa


Después de tormentas ininterrumpidas, la calma debería llegar. Nos merecemos una calma que se prolongue, tangible. La calma,  que algunos no sabemos lo que es, la sentimos como ausente. Difícilmente podamos sentir, incluso como ausente, algo que no hemos tenido, pero a veces pasa.

La juventud venezolana no sabe, no sabemos, lo que es estar en calma. La calma, para los que nacimos en la década del 90, no es una palabra que verdaderamente conozcamos. Algunos, dicen, que en la crisis la gente saca lo mejor de sí, lo dijo Einstein, lo han dicho otros. No sé, no creo, que la crisis, en todos los casos -yo diría que más bien en pocos- haga que sacamos lo mejor de nosotros.
Siempre, para mejorar, hace falta, simplemente, poder pensar. Vivir,  es vivir sin subterfugios que nos atacan; vivir, es vivir sin los hombres, que convulsos, no soportan, porque simplemente no saben, sentarse a pensar; vivir, es vivir sin crisis o sin esta crisis.  Venezuela necesita calma, calma para pensar.
Estoy seguro que cuando Einstein escribió sobre la crisis, se encontraba en un cuarto, sin crisis, y sin el miedo que ella da. Acaso escribió sobre ella para que nos sirviera de consuelo a los que vivimos en una crisis continua. En todo caso, las crisis han traído hambre, guerras, mal. El hombre más atroz del siglo XX fue hijo de una crisis, y trajo consigo la otra crisis, la de la Guerra, la de los campos de concentración.
Si para sacar lo mejor de nosotros, tenemos que estar en crisis, pues lo mejor es que nos quedemos sin sacarlo. Desde hace tiempo este país  está en crisis. Las universidades, hogares del pensamiento y en todo caso de la calma, las atacan los que no piensan, los que les gusta la crisis, los que viven de ella y se alimentan. El ataque de los que hoy gobiernan, no se confundan algunos, no va dirigido en contra de los ricos, el “Imperio” o el pasado; no, el ataque va dirigido en contra del pensamiento y en contra de la calma.
Recuperar la calma es la tarea que nos queda para el porvenir, definitivamente, para los jóvenes de este país parece estar claro, queremos calma. Lo saben los que, ávidos de ella, salen de Venezuela. Lo sabemos todos. El “Lider de la crisis” está ausente un tiempo, muy poco tiempo, y algunos hemos sentido ya, en sus indicios, los sabores de la calma. Por eso escribo, porque la atisbé y me gustó. Repetí hasta cansarme la palabra calma, y  esto, posiblemente, porque mi vocabulario es muy pobre; de todas formas, si de posibilidades se trata, también es posible que esta palabra defina de la mejor forma lo que todos queremos y en ese caso la seguiré repitiendo para ver si, por repetirla mil veces, se convierte en verdad.
                                                                                              Manuel Zapata
                                                                                              19 años
                                                                                              Estudiante de Medicina

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