lunes, 3 de enero de 2011

Clamor urgido ante la inseguridad

Ciertamente Venezuela es un país productor de noticias. Cada día los venezolanos nos levantamos consternados por algún acontecimiento, que no será el mismo por el que estaremos preocupados al terminar la faena e ir a la cama. Pasan tantas cosas en el país que sólo en horas, nuestros pensamientos y proyectos pueden dar varios giros de 360 grados.
Creo que esa es la principal razón que nos ha llevado a perder la capacidad de asombro. Ya nos parece normal que existan más de 20 asesinatos en un fin de semana, que en una región haya más de 5 personas secuestradas o que al mes existan más de mil robos de celulares, por ejemplo.
Hemos llegado al punto de agradecer a Dios cuando los maleantes no hieren físicamente a sus víctimas. Ante robos, operaciones comando, secuestros o cualquier otro hecho delictivo se ha vuelto común escuchar frases como: “Menos mal que no te pasó nada” o “Gracias a Dios estás bien y los ladrones no te hicieron daño”.
No entiendo como se ha perdido el sentido de propiedad y hemos dejado que el país caiga en un mundo de impunidad del cual no sé si lograremos salir. Tenemos que luchar para que el sistema judicial vuelva a funcionar. Es vital en una verdadera democracia tener jueces que hagan cumplir la ley, que castiguen al culpable, que depuren nuestra sociedad.
Y es que el principal motivo de la delincuencia en este país es la impunidad. A diario se puede leer en los medios impresos que los organismos policiales capturaron al delincuente “tal”, quien tenía orden de aprehensión por estar involucrado en algún delito.
Señores, si los asociales ya estaban acusados por haber quebrantado la ley, ¿qué hacía suelto en las calles, deambulando como cualquier ser humano más? Una vez juzgado y acusado, ese malhechor debe y tiene que ir preso. ¿Dónde está el juez que lo acusó que no se da cuenta que su orden no está siendo cumplida? ¿O acaso por dinero prefiere seguir dañando la seguridad nacional e incumplir el juramento que ante la nación hizo?
Y es que podemos luchar eternamente por el país, pero si nuestro sistema judicial está corrompido, ¡no lograremos nada!, sólo le daremos fuerza a la injusticia y a la inseguridad. Seguiremos hundiendo a Venezuela en un mundo de angustia y desespero.
Tenemos que exigirle a los cuerpos de seguridad del estado que realicen su trabajo tal y como es. Los gobernadores y alcaldes de cada región deben hacer cumplir el derecho a la seguridad que los ciudadanos tenemos. Es posible que un aumento de sueldo ayude a evitar la corrupción existente en esos organismos.
Como ciudadanos tenemos que poner nuestro granito de arena. Vamos a dejar que cumplan la ley con nosotros si cometemos una infracción, no todo puede solucionarse con “alguito para el refresco”. ¿Cómo vamos a quejarnos después si no ponemos de nuestra parte? Estamos simplemente ayudando a dañar más nuestra sociedad. Debemos enseñar a nuestros hijos que en Venezuela también hay normas que se deben acatar.
Todo es una cadena, un trabajo de hormiguita. Mientras más ciudadanos comunes acatemos las reglas, menos policías corruptos existirán. Si el policía no se siente en la necesidad de “matraquear”, podrá ejercer correctamente su trabajo y atrapar a los que infringen la ley. Si el policía los atrapa y el juez dictamina una sentencia que se cumpla a cabalidad, estaremos verdaderamente luchando contra la inseguridad.
Por eso, señores Jueces: por favor, les imploro entiendan que sus decisiones no tienen que ser tomadas para mantener su puesto, para engordad su bolsillo o peor aún para obedecer una línea política. Recuerdo que esa decisión tiene que estar fundamentada en la búsqueda del bien común de los venezolanos.
Al dejar libre a un culpable están poniéndole en bandeja de plata la posibilidad de actuar criminalmente. Sus familiares o conocidos pueden, en un futuro, ser víctimas de esa persona a la que están dejando en libertad.
No tengan miedo de hacer cumplir la ley, les recuerdo que ese es su trabajo, por eso juraron ante Dios, la constitución y ante el país. Háganlo y sabrán lo que es tener la conciencia tranquila, lo que es mirar a sus hijos sin ningún arrepentimiento interno, lo que es llenarse de orgullo al verse ante un espejo y saber que se está haciendo lo correcto. Todos los venezolanos se lo sabremos agradecer.

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