lunes, 17 de enero de 2011

La Divina Pastora es del Pueblo

Hoy, 14 de enero, llego a mi casa con una sensación agridulce en la boca. Por un lado estoy feliz de haber acompañado a la Santísima Divina Pastora en su visita número 155 a mi ciudad, Barquisimeto; pero por otro, llego con una amargura tremenda por sentir que nos arrebatan nuestra procesión y no hacemos nada.
Para los barquisimetanos la procesión de la Divina Pastora, que se celebra cada 14 de enero, es mucho más que acompañar a su Patrona a iniciar su recorrido por la ciudad. Es una demostración de fe mariana, es sentir que por un día, todos los malos acontecimientos de la cotidianidad se esfuman para sentir entre ellos, entre nosotros, la presencia de Dios y su Madre. Es un recordatorio de que la Gracia Divina existe y que Nuestro Señor la mandó expresamente a quedarse en la ciudad crepuscular.
La Divina Pastora es y será siempre de cada uno de los feligreses que la acompañan, veneran y aclaman. Esa hermosísima imagen que pertenece al pueblo barquisimetano no tiene un único dueño. Esa preciosa representación de María no tiene color ni tendencia política. La Divina Pastora, señores políticos, no tiene cabida alguna en sus abusos de poder.
En 155 visitas que la Virgen ha realizado a la capital larense el pueblo JAMÁS le ha hecho daño. Un mínimo aporreo para nuestra imagen le dolería más a cada uno de los larenses que cualquier otra cosa; dañar a la Virgen sería como humillar a nuestra propia madre.
Es por esta razón que no comprendo por qué, de unos años para acá, la Divina Pastora debe ser custodiada por tantos cuerpos policiales y militares, quienes hasta agreden a la feligresía, sin tener cuidado siquiera con ancianos o niños que hayan a su alrededor. ¿Es que acaso nos creen capaces de hacerle algo a nuestra Patrona?, será que sienten que por tener botas y ropa verde tienen más derecho que los que andamos en zapatos y ropa multicolor…
No quiero decir con esto que las personas que laboran en los organismos de seguridad no tienen derecho a manifestar su fe mariana. ¡Claro que lo tienen!, la Divina Pastora es del pueblo barquisimetano, y como tal, ellos tiene todo el derecho de formar parte de la procesión junto con los demás católicos que esperamos este día para venerar a nuestra Virgencita.
Resulta una odisea tremenda querer ser uno de los afortunados de llevar a la Virgen en peso. Pareciera que hay que pedirle permiso al mismísimo Presidente de la República para poder formar parte de una procesión religiosa. La Divina Pastora puede ser igualmente venerada, custodiada y alabada por todas las personas que asisten a una de las procesiones más grandes del mundo. Asimismo, todo aquel barquisimetano que quiera rendirle algún homenaje con cánticos y afines está en todo su derecho de hacerlo. Dios no nos pide requisitos para poder alabarlo, ni a Él, ni a su Madre.
Los invito a que alcemos la voz de protesta, que exijamos a nuestros párrocos una manifestación contundente para que la Divina Pastora vuelva a ser del pueblo que durante años la ha acompañado. Unamos nuestras voces y  reclamemos respeto a un pueblo ferviente y mariano.
La Divina Pastora no necesita ser custodiada a la fuerza, la Virgen necesita un pueblo orando a su lado. Si todos juntos hacemos llegar nuestro mensaje de rechazo, estoy segura que lograremos que la visita número 156 de la Excelsa Patrona sea otra vez del pueblo barquisimetano. Sé que será posible porque tenemos a Dios de nuestro lado.
Ojalá en los años venideros la Iglesia, como representación de Dios en la tierra, le recuerde a los políticos venezolanos, a todos, que María es de todos y no es de nadie, que la Divina Pastora es de los larenses y que su visita a la ciudad debe ser una alegría religiosa, una bendición de Dios al pueblo, una visita celestial de Jesús y su Madre a Barquisimeto, no una campaña política.
Podrán apoderarse y quitarnos autoritariamente lo que quieran, pero la Divina Pastora la defenderemos a capa y espada. Se pueden meter con quien quieran pero no con nuestra Madre, ella es Sagrada.

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